domingo, abril 30

Feliz primer tercio de cumpleaños!!


















miércoles, abril 26

De Bitácora de los puertos extraviados

Evocaciones

En realidad no lo vimos llegar. A esa hora la calle de palmas baja el ritmo de sus pasos incesantes y la sombra la cubre. Los cafes estaban llenos. Debajo de un árbol, el nuestro había sido el único lugar disponible para sentarse. Tal vez la única viandante con abrigo en todo el centro histórico, se detuvo unos segundos a mirar el costado de su falda en el aparador de enfrente. El hombre del sombrero se había acomodado en una jardinera entre dos sillas. Nosotros comenzábamos la sobremesa. Cuánto tiempo llevaba allí: su atención centrada -tal vez- en extraer el instrumento y continuar, intacto el ánimo, recargar el estuche junto a él, concentrarse en palpar la tensión de las cuerdas que, con toda certeza llegaron afinadas, en medir el aire, dispuesto a evocar algo, quizás a él mismo, en el cielo estrecho que queda entre los edificios. Cuando comenzó a cantar todo fue un poco más claro. Nos miramos. Las estrófas desconocidas eran más bien improbables. Sólo entonces comenzamos a escuchar. El hombre terminó y se fue. Sencillamente se fue y nadie tuvo que hurgar en sus bolsillos de manera incómoda. Y sin comprender pero confiando, continuamos juntos el resto de la tarde. Todavía.

viernes, abril 21

Vine por él


Han










Están a punto de cumplirse cuatro meses. Dar a luz no es tal, sino recibirla.

jueves, abril 20

Llamado del Hijo

Por una y otra vez
como el tallo doblado,
desnuda a mis oídos
tu voz se me levanta.

Todo me engaña y voy:
mi corazón hundido,
la luz de miel y cera,
mi dolor y mi sed.
Yo me tiré a beber
de un río bajo tierra.
Tengo húmeda la boca
y ganas de llorar.

El viento me desata
una flor en el pecho.
Se me pone a cantar
el hijo que no tengo.

Vine por él,
espero que amanezca.
Reviente el fruto, el vientre, la azucena.
Estos colores míos engañosos
como la flor para la abeja son,
para que venga.

Bajo tu cuerpo el mundo
rumoroso en la lucha.
Suena, amorosa flauta de mi sangre.
Quiebra mi cuerpo, tierra,
para que pase.

Bella música el agua,
fiera contra nosotros
y amorosa en su cauce.

Te daré lo que tengo:
este poco de viento
que escapa entre mis dedos,
que es el dulce dolor
de estar viviendo.

Dolores Castro