jueves, septiembre 8

Este es el viaje

Crónica del 29

A Raquel, por la poesía que ilumina.

Te ayudaré a venir si vienes, y a no venir si no vienes.
Antonio Porchia

1
Varios días habían pasado desde que su función consistía en descifrar la vida lentamente con astucia, para extraer de ella la fragancia, las palabras, las miradas con las que se construyen los sueños sólidos. Era julio. Ustedes platicaban, iban a dar las doce de la noche y para los dos había pasado la tormenta. Tú hablabas a oscuras porque hay cosas que se iluminan mejor así; afuera los grillos se movían con la llovizna y los últimos relámpagos. Ella preguntó entonces ¿qué quieres hacer mañana? Ya es hoy, dijiste.

Ella sabe; lo vio o lo soñó, sólo ella sabe. Lo que pasa es que a veces el tiempo juega a las estaciones. Tú la contemplas luminosa sobre todas las cosas. No crees en el destino pero lo vives incesantemente. Se miran y le dices, Tu mirada de brújula fenicia me marca siempre el rumbo, eres como un faro en medio de la noche. Ella sonríe, e insiste en preguntar qué quieres hacer. Quiero nadar un rato, dices, aunque te suene demasiado a símbolo; pero lo único que quieres es volar leve y fugitivo sin percatarte de la altura.

Entre ustedes la felicidad del siguiente día, de la semana próxima, se fragua en una noche como esta. ¿No fue así, de la misma manera como se creó el futuro, aún sabiendo que no existe? Miras cómo la vida no se cansa. Antes de dormir algo te inquieta pero al fin le dices ¿Qué quiero hacer? Quiero verlo. Ella pone tu mano en su vientre y te besa.

2

¿Cuál, cuándo?
¿Cuál beso, si nunca hubo beso mi flechadora del aliento?
A lo mucho una proximidad en la sombra de la noche
(mi muy dulce)
un extraer las palabras de los labios
un abandonarse
(en el sitio exacto del abrazo)
sin comprender
pero temblando
por cuánta claridad nos une.

3
Aquel día todo comenzó como fueron dichas las cosas, aunque al final no vienen resultando como las pensamos. Al final sólo hay una respuesta para las mismas cosas que se dicen una noche sin medir sus consecuencias. Ese día desayunamos, coincidimos nuevamente y todo fue normal. La normalidad le asusta, pero no lo sabías. ¿Qué nos une? Preguntaste sin obtener respuesta. ¿Así o más claro?

4
La doctora hace las preguntas de costumbre y la prepara; estás nervioso. La miras subirse a la cama, Paty enciende el monitor, comienza a ver, explora y dice: Todo bien, ¿quieren verlo?

Cuando Ella aparece en las pantallas nos enseña su pie, sus dedos que se abren, la pierna que se mueve iluminando el útero. El eco nuevamente la ilumina y muestra la cabeza mientras Paty toma las medidas magníficas del diámetro de la cabeza. Luego la imagen se detiene y vemos su rostro de frente. Paty busca y encuentra el cuerpo entero en una foto portentosa, mide la circunferencia exacta del estómago, después traza la línea de su fémur, hace un promedio y concluye que de los pies a la cabeza esto es un milagro.

Ahora escuchamos el corazón: la fosforescencia en la pantalla te estremece con sus pequeñas pulsaciones. Y como si hubieran hecho falta más señales, el dedo del pie es inconfundiblemente el suyo. Paty dice que no había visto un eco tan claro y así es, la claridad del dìa no podía ser más grande.

5

Hay un lugar donde no existen las preguntas.
Yo soy nada y todo
pero soy en ti, junto
a toda la oscuridad y la blancura que tu eres.
Elígeme tú.
No hay palabras
o sobran
y tù la miras llorar y tù haces lo mismo
porque nadie sabe
que estamos más vivos que nunca.

6
Ella en un instante asoma todo el cuerpo, levanta un brazo, mueve las piernas, se lleva la mano al rostro y sonríe. Es verdad. Nadie sabe que estamos más vivos que nunca .



lunes, septiembre 5

Hacia otro puerto

No me gustan las despedidas, les dije a los salvajes. Recién había escrito aquello en el blog cuando ayer lunes me levanté con una frase en la cabeza (¿verso, línea suelta, sueño, premonición, demolición?), ya será en otra esquina de la vida (otra, no ésta, de ésta no quiero saber nada).

Dèja vu: no soy esto.

Acabo de soñar un juego en donde todos corríamos por calles largas en contrasentido a los autos. Nos divertíamos.
Todos, como una sola locomotora encontrábamos senderos, regresábamos a las avenidas, todos en filas, como un tren, como un tren que con autónoma presteza estaba listo para correr a doscientos kilómetros por hora, por las puras ganas de correr, sin temor a estrellarse, pero corriendo en contrasentido como si ése fuera el objetivo, todos al unísono.
Era como volar sobre la tierra. Acaba de levantarme ese sueño. Sin embargo ahora estamos detenidos, descansando, en algún lugar de alguna ciudad en donde acontecerá algún temblor.
Ahora sucede el temblor y miramos cómo se derrumba la ciudad.
Ahora es cuando debo despertar.

Dèja vu: no vuelvo a usar metáforas para despedirme.

viernes, septiembre 2

Miguel, en medio de la guerra

Menos tu vientre
todo es confuso.
Menos tu vientre
todo es futuro fugaz,
pasado baldío, turbio.
Menos tu vientre
todo es oculto,
menos tu vientre
todo inseguro,
todo postrero
polvo sin mundo.
Menos tu vientre
todo es oscuro,
menos tu vientre
claro y profundo.


Miguel Hernández

jueves, septiembre 1

Comienza un lunes

La eternidad por fin comienza un lunes
y el día siguiente apenas tiene nombre
y el otro es el oscuro, el abolido.
Y en él se apagan todos los murmullos
y aquel rostro que amábamos se esfuma
y en vano es ya la espera, nadie viene.
La eternidad ignora las costumbres,
le da lo mismo rojo que azul tierno,
se inclina al gris, al humo, a la ceniza.
Nombre y fecha grabas tú en un mármol,
los roza displicente con el hombro,
ni un montoncillo deja.
Y sin embargo, ves, me aferro al lunes
y al día siguiente doy el nombre tuyo
y con la punta del cigarro escribo
en plena oscuridad: aquí he vivido.<
p>Eliseo Diego

Todo comenzó de nuevo un lunes, con esa forma infatigable que tiene de transcurrir la vida. Al mismo tiempo, mis últimos días en la Ciudad de México fueron más bien afortunados. En secreto celebré una vez más encontrarme siendo parte de los salvajes. Ahora ellos deben saber que no me gustan las despedidas, porque además uno de los actos de esa noche, cuando celebramos la presentación del libro, fue el re-descubrimiento de las cosas infinitas (Raquel, Oscar, el tigre, María Luisa, Iseo, Nora, todos, deben recordarlo: a cambio de la eternidad aceptamos el infinito, lo cual quiere decir que en menos de lo que uno espera, siempre se regresa al puerto de partida); por eso mismo, antes de iniciar el viaje, al menos suponía que dejar las cosas no es sino reservarles el espacio que tienen y han tenido.Este presente tal vez no sea la eternidad, sino sólo un viaje más, pero igual comenzó un lunes. Pienso que es curioso porque a punto de partir la ciudad parecía cercana, y ahora es más próxima. ¿Quiénes? ¿Dónde? ¿Cómo permanecen? Y es verdad, el rostro que amábamos se esfuma. Porque todo comienza y parece nuevo en este puerto sólo cabe decir: aquí he vivido.